Monstruos y el hipo.

por chamlaty

Cuentan los más ancianos que antiguamente los monstruos se comían a los niños y a las niñas. Cuanto más miedo tenían los pequeños de la casa, más ricos les sabían.

Los monstruos celebraban muchos banquetes casi todas las noches y, aunque estaban bien alimentados, siempre estaban tristes y malhumorados.

Con los años y gracias a los cuentos de las mamás y los papás, los pequeños se volvieron más valientes. Pocas cosas les asustaban ya, y esperaban a los monstruos por las noches dispuestos a enfrentarse a ellos con la magia de los cuentos.

Los monstruos seguían comiendo niños y niñas, pero cada vez menos, porque después de comer les dolía la tripa y tenían mucho hipo.

– Todos los días tengo hipo y con el dolor de tripa no puedo jugar ni trepar por las casas-, se quejaba el pequeño monstruo Tenebroso.

– Hoy sólo me he comido una oreja de niña y no paro de hipar -, reconoció el joven monstruo Siniestro.

Los nuevos acontecimientos hicieron que se celebrara la Gran Asamblea Monstruosa para encontrar una solución. Enseguida dedujeron que la valentía de los niños y de las niñas les daba hipo y dolor de tripa.

– Tendremos que cambiar de alimentación y tener una nueva dieta -, dijo el papá monstruo Cadavérico.

– ¿Y qué comeremos ahora? – preguntó la mamá monstruo Truculenta.

– Comeremos piedras y rocas, que son muy ricas en minerales, y beberemos sorbitos de agua de río -, dijo el doctor monstruo Sombrío.

Así fue como los monstruos, hace ya muchos años, dejaron de comer niños y niñas.

Y como éstos ya no escuchaban los gritos de miedo de los pequeños, y sí sus risas, dejaron de estar tristes y malhumorados para estar contentos y risueños.

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