Leyenda del Tatú y la capa de fiesta.

por chamlaty

Cuenta la leyenda que todos los años, durante la primera luna llena del solsticio de verano, se celebraba en los altiplanos andinos una gran fiesta a la que estaban invitados todos los animales. Se celebraba cada año durante la salida de la gran luna llena. Las gaviotas eran las encargadas de llevar a todos los animales la invitación.

El lugar de encuentro para la gran fiesta era el lago Titicaca. Era un lago precioso al que le encantaba recibir la visita de todos los animales. Así escuchaba todas las conversaciones y se ponía al día de todo. Por eso, era el que organizaba cada año la gran fiesta. Y los animales, felices, se preparaban y arreglaban lo mejor que podían. Sacaban sus mejores ropajes, se acicalaban las plumas y perfumaban la piel…

El mejor momento era la entrada triunfal de cada uno de los animales. Todos se volvían para contemplar cómo iba vestido. Y eso, Tatú, lo sabía. no era la primera vez que iba a esa fiesta, pero sí la más importante, ya que acaban de otorgarle un título honorífico, y quería que ese año su entrada fuera realmente asombrosa. Así que, nada más recibir la invitación de las gaviotas, se puso a tejer un manto nuevo, para lucir realmente hermoso.

Y Tatú tejió y tejió sin parar. Era una capa que llevaba mucho trabajo, porque quería que fuera como esa telaraña que queda entre las ramas de los árboles, muy fina.

Y en medio de su trabajo, apareció el zorro, al que le encantaba hacer de rabiar a los demás animales. Entró y al ver a Tatú tejiendo, le dijo:

– Pero Tatú, ¿qué haces?

– No me distraigas, zorro- dijo el paciente animal- Que tengo mucho trabajo y quiero terminar a tiempo esta capa para la fiesta.

– ¿Cómo?- dijo entonces el zorro- ¿Que quieres llevar esa capa para la fiesta de esta noche? ¡Si aún te queda mucho trabajo!

Tatú se sobresaltó al oír aquello:

– ¿Esta noche dices, zorro?… ¿Ya es esta noche la fiesta?

– Sí, esta noche. No te dará tiempo. Tú verás- dijo sonriendo entre dientes el zorro. A él le encantaba causar daño en los demás. Se fue de allí con una especie de placer al dejar a Tatú apenado.

Tatú lloró. ¿Cómo era posible que hubiera pasado el tiempo a esa velocidad? Y sin embargo, en lugar de darse por vencido, decidió buscar una solución rápida: si tejía con hilos muy gruesos, terminaría a tiempo. Y aunque no era lo que quería, decidió tejer lo que le faltaba con hilos más gruesos, y efectivamente, terminó a tiempo. A la noche, salió con su hermosa capa tejido a dos hijos distintos y es cuando comprendió que el zorro le había engañado: ¡la luna no estaba llena! ¡Aún faltaban unos días!

Sin embargo, Tatú contempló lo hermosa que había quedado su capa y sonrió: no era lo que había pensado hacer, y sin embargo, había quedado realmente hermosa. Pensó que en el fondo, el zorro le había hecho un favor. Y así fue: el día de la fiesta, Tatú deslumbró con su hermosa capa a dos hilos. era original y muy especial. Todos le aplaudieron y el zorro agachó la cabeza.

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