SABER DISCUTIR…

por chamlaty

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¿Cuántas discusiones tenemos a lo largo de nuestra vida? ¿Cuántas se desarrollan en el trabajo? ¿Cuántas en la familia? ¿Cuántas con los amigos? Son cantidad de veces. Y la mayor parte de las veces por malos entendidos mientras que otras veces son por defender cosas que nos parecen justas y otras por un afán de controlar a los demás. Lo peor de todo es que las discusiones en vez de tornarse en algo constructivo suelen convertirse en una batalla en la que lo importante es vencer, incluso a la propia verdad.

¿Cuáles son las actitudes que impiden llegar realmente a algo constructivo?

Cuestiones de poder: Tener razón, ganar sobre el otro, controlar a los demás, hacer que otros trabajen y vivan conforme a lo que queremos. ¿Qué se esconde detrás de ello? Tal vez un gran problema de inseguridad, de miedo o de pánico, como decía Erich Fromm en su libro el Miedo a la Libertad, a quedarnos con el mayor de nuestros temores: nosotros mismos, el miedo a la soledad y a sentirnos nadie en medio de todos.

Son pocas las veces en las que discutimos para encontrar soluciones o acercarnos en las posiciones. El yo gano, tu ganas es muy difícil conseguirlo, de ahí las largas reuniones de negociación y sólo cuando hay necesidad real de llegar a un acuerdo. A veces sólo cuando uno está entre las cuerdas cede. La necesidad hace que cedamos en ocasiones.

Hay algo que sí es importante: en el mundo del trabajo, de las relaciones interpersonales y en la misma vida lo importante no es quien gana ni quien pierde, sino el saber enriquecerse de los momentos de tensión, porque son situaciones que nos permitirán aprender, conocernos a nosotros mismos un poco mejor y saber aprovechar los malos entendidos para mejorar en la comunicación. ¿Qué hacer? Lo especialistas aconsejan:

  • Señala el hecho que está mal, en vez de descalificar a la persona. ¿Por qué siempre vamos a por la persona? Hay una tendencia a inculpar y a infravalorar a los demás. Es parte de nuestra victoria.
  • Escucha en vez de interrumpir. Alguien dijo en una ocasión que si tenemos una boca y dos oídos, por algo será. Escuchando y preguntando, escucha activa, comprenderemos mejor la situaciones,
  • Pide aquello que te gustaría que sucediera, en vez de exigirlo. Nos creemos con el derecho y hay cosas que son importantes: las formas. No es fácil pedir, a veces exigimos y cuando lo hacemos muchas veces es con cierto protagonismo, orgullo y prepotencia. Pedir es sinónimo de colaborar.
  • Respeta la opinión del otro, en vez de ironizar sobre ella. La ironia es humillante y en vez de hacerse oír aleja al interlocutor y lo hace sentir mal. No ayuda a comunicarse.
  • Pregúntale lo que siente y le motiva, en vez de interpretarlo a tu manera. Es una manera de apreciar al otro y de hacerle saber que también importa en la vida o el trabajo de uno.
  • Acepta tus propios errores, en vez de centrar tu discurso en los del otro. Creo que es uno de los mayores errores, el no querer reconocerlos e insistir en tener la razón a pesar de ellos. La obcecación y el orgullo nos ciegan muchas veces y nos amargan la vida.
  • Reconoce también las cosas que el otro hace bien, en lugar de centrarte en sus equivocaciones.
  • Discute sobre un conflicto actual, en vez de sacar trapos viejos. No hay cosa peor que volver hacia atrás. Nos impide enfrentarnos al presente y dar un paso hacia el futuro. El pasado, pasado está. Lo importante es mejorar el presente y tomar las decisiones que se pueden tomar y dirigir de forma constructiva nuestros pasos.
  • Calla aquello que puede herir, en vez de utilizarlo como arma. Hay que trabajar sobre lo que puede construir y no sobre lo que pueda separar.
  • Habla en vez de gritar. ¿Sabes por qué gritamos? Porque la distancia emocional es muy grande. ¿Por qué no utilizar estas dos herramientas? Se consigue mucho más con ellas.

Visto en http://fernandodecabo.blogspot.mx/

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